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Ese día en particular estaba yo leyendo las historias de Edgar Allan Poe cuando me llamaron para que vaya a esa casa.

-Detective Suárez.- dijo mi superior –Usted y el señor Martínez irán a una casa en la que se sospecha que ha habido un asesinato.

Llegamos a la casa, que en realidad era una mansión, y lo primero que hicimos fue llamar a la puerta. Nos atendió un hombre que a simple vista era una buena persona ¿Quién sospecharía que en aquella mansión se hubiera asesinado a alguien?

-Pasen, pasen- Nos dijo el hombre. Sus modales nos dejaban encantados. -¿A qué se debe esta honorable visita, señores?- Mi compañero respondió –Disculpe las molestias, señor. Pero hemos sido llamados porque se han escuchado ruidos provenientes de esta casa- El señor, que aparentaba estar sorprendido, respondió mientras nos hacía entrar a una habitación –Ah, si, ese fui yo… ¿Quieren sentarse, señores?- Y nos sentamos. Fuimos de un tema a otro, charlando, discutiendo y debatiendo sobre varios temas. Empezamos a notar que el sujeto se ponía algo nervioso, y luego de unos minutos hizo la confesión. – ¡YO! ¡YO LO MATÉ! MIREN DEBAJO DE ESAS TABLAS, AHÍ ESTA SU DESMEMBRADO CUERPO. MIREN ¡MIREN!-

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